Verónica Camargo llamó por teléfono a Fabiana Morón. Quizás tengan muchos coincidencias sin saberlo pero ahora, lo que las une es que a ambas les arrebataron a sus hijas con mucha violencia. Camagno es mamá de Chiara Paéz, la adolescente de 14 años asesinada en Rufino por su novio quien luego la enterró en el patio de su casa familiar. Morón es la madre de Julieta Del Pino, cuyo homicidio en Beravebú está siendo investigado y tiene como imputado a un joven con quien había tenido una relación informal. También fue enterrada tras ser asesinada.
Camargo dialogó con A Diario (Radio 2 y Rosario 3) tras haberse comunicado ayer con la madre de Julieta. “Para mí fue muy movilizador, fue como un balde de agua fría ver tantas similitudes aunque las muertes siempre duelen”, comenzó. “Hablaba con Fabiana y decíamos que nos quedamos esperando a nuestras hijas y no vuelven más. Como sociedad nos tenemos que involucrar más, no es fácil detectar que esto puede pasar pero hay que insistir en la sensibilización”, señaló.
“Le di mi condolencia, le dije que puede contar conmigo espiritualmente, que sepa que tiene a alguien porque vivimos lo mismo, yo estoy en contacto con otras mamás con quienes decimos ojalá nos hubieran conocido a nuestras hojas de otra manera”, continuó.
Para Verónica “no podemos evitar que existan individuos como Romero o Mansilla que actúan así, que hacen semejante barbaridad y después se manejan con tanta frialdad”. Recordó que como en el caso de Beravebú, Manuel Mansilla también se había ofrecido a ayudar en la búsqueda de Chiara. “Está en el penal todavía, estamos esperando la sentencia porque su abogada sigue y sigue apelando”, dijo sobre el joven que tenía 17 años cuando mató a la adolescente. Estaba de novios y ella esperaba un hijo. La cortó en el cuello con un cuchillo, la golpeó reiteradamente en la cabeza y después la enterró en el jardín de la casa en la que vivía con su familia en Rufino.
El caso de Chiara Páez causó gran impacto en todo el país y motivó el inicio de las numerosas y masivas marchas con la consigna Ni una menos.
Tras criticar que Mansilla haya tenido un celular a su disposición intramuros, aclaró: “Yo no quiero que los tengan mal, que los castiguen, ojalá los hicieran estudiar y trabajar pero no, salen y cometen los mismos delitos”.
Camargo contó que desde el crimen de su hija no hubo diálogo con el joven. Pero hace un tiempo se comunicó con ella a través de su hermano: “Me hizo llegar un papel que me pareció ridículo y una falta de respeto. Escribía «perdón» varias veces, decía «los quiero mucho» y que «Dios los bendiga». No me pareció una señal de arrepentimiento verdadero, espero tener la fuerza necesaria para sentarme frente a él y ver si realmente está arrepentido de lo que hizo”, manifestó.