La defensa de Gregorio Urraco planteó una coartada y el juez del caso decidió no encerrarlo bajo prisión preventiva, aunque sigue investigado
Gregorio Urraco, el hombre de 57 años acusado de secuestrar y violar durante dos días a una joven que conoció en el boliche La Cautiva del barrio Esquinas de Rosario, enfrentó su audiencia imputativa en el Centro de Justicia Penal de la ciudad, el paso procesal en el Código santafesino estipulado para resolver su futuro inmediato.
La fiscal Noelia Riccardi, de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual, lo acusó de abuso con acceso carnal y privación ilegítima de la libertad.
No se detectaron lesiones físicas en la víctima compatibles con una violación y se esperan resultados de análisis biológicos. La prueba principal es su testimonio y el de su entorno: fue su hermana la que realizó la denuncia policial para que la encuentren. Entre las hipótesis, se cree que el acusado, tras dejar el boliche con ella, le puso droga en la cerveza. La víctima no tiene recuerdos de lo que ocurrió: aseguró haber estado dos días retenida contra su voluntad ante la Policía de Santa Fe.
En la audiencia, la Fiscalía había pedido 20 días de prisión preventiva, a la espera de resultados de hisopados y otras pericias. Sin embargo, Urraco quedó libre, según confirmaron fuentes del expediente, aunque todavía sujeto a la investigación. El juez de primera instancia Florentino Malaponte decidió no otorgarle la prisión preventiva al acusado. Las pruebas para retenerlo no fueron suficientes y la defensa planteó una coartada sólida: Urraco aportó testimonios de terceros que sugieren que durante los dos días que la mujer estuvo retenida contra su voluntad, el acusado y ella realizaron actividades a la vista de terceros, lejos de cualquier noción de una privación ilegítima de la libertad.

El hecho, según la fiscal Riccardi, ocurrió de la siguiente manera:
“La víctima y el sospechoso se conocieron en La Cautiva el viernes pasado por la noche. Allí, ella, que fue al lugar con una pareja de amigos, se sacó una foto con Urraco, tomada por el fotógrafo del local. Ella se la entregó a la pareja amiga con la que había ido y les dijo: “Cualquier cosa, estoy con éste”. Ese textual se desprende de la denuncia que radicó al día siguiente la hermana de la víctima. Luego, el sospechoso llevó a la joven y a su pareja amiga en su auto”, aseguraba ayer un investigador del caso.
“A la pareja la dejó en su casa y a la joven la llevó a su propia vivienda, en la localidad vecina de Roldán. En el camino, según el relato de la víctima, Urraco frenó a comprar dos cervezas en un quiosco que llevó al auto ya abiertas. De allí en adelante la víctima no recuerda nada más nada hasta el día siguiente, cuando se levantó”, continúa la fuente.
En un momento, la joven se queda sola en la casa. Allí, logra conectar su teléfono y alertar a una amiga. De inmediato, sospechó que el acusado había intervenido su teléfono. Le fue imposible enviar su ubicación en tiempo real.
Urraco era un habitué de la discoteca. Precisamente, su asiduidad en el lugar permitió a la Policía de Santa Fe identificarlo.
Sin embargo, otra fuente del expediente asegura: “La mujer está filmada el día domingo en una estación de servicio bajándose del auto del hombre. La defensa le dio esa filmación a la Fiscalía. Se la ve bajar, del auto, caminar. Y el playero de la estación declaró que incluso fue hasta el baño. Había muchas personas, según la filmación”. Urraco, por su parte, nombró al menos 10 testigos que podrían dar fe de su relato en la zona de Roldán.
Ahora, mientras sigue sujeto a la investigación, Urraco deberá firmar a diario en una comisaría de la zona y tiene prohibido acercarse a la víctima.