Aberturas Aluminar

Cuando Luciano López tiene que presentarse, repite además de que tiene 24 años, que es el menor de cuatro hermanos varones y que de casualidad nació en Venado Tuerto, que es cuarta generación circense, tanto por el lado de su papá como por la familia de su mamá. Ese último detalle es lo que más lo llena de orgullo y por supuesto justifica su presente y su pasado habiendo sido alumno en más de 250 establecimientos educativos para hacer la primaria y la secundaria, que conoce casi todas las ciudades del país desde Salta a Neuquén (aún le falta recorrer el Sur argentino, según reconoce), que vuela por los aires 6 metros y que no le tiene miedo a nada, si es dentro de una carpa.
Luciano es uno de los dueños (junto a sus hermanos Cristian y Alexis) y uno de los treinta integrantes que todas las semanas sale a escena con el Circo Splash, compañía que hasta marzo y si todo sigue hasta ahora, estará en San Juan, en el predio del estacionamiento del Paseo Libertad presentando una obra casi teatral de destrezas y acrobacia que no tienen nada que envidiarle a los grandes espectáculos de distintos lugares del planeta. Noche a noche 700 espectadores -por el aforo impuesto por el protocolo coronavirus, ya que de otro modo, llegaban a duplicar el número del público- disfrutan, ríen, se emocionan y, hasta los más grandes, se permiten hacer un vuelo rápido hasta su niñez para recordar la primera vez que fueron a un show de circo.
Con su historia familiar a cuestas, Luciano no se cansa de repetir que el circo es el único modo de vida que conoce y al que elige cada día de su vida.
"Somos una familia de circo, soy cuarta generación circense. Este es un oficio y una pasión que viene heredada de mi bisabuelo, después mi abuelo, mi papá y ahora nosotros. Con mis hermanos nos hacemos cargo de todo. Y algo que me llena de orgullo es que no sólo mantenemos un legado, sino que lo modernizamos y somos un circo a cargo de gente muy joven: yo soy el más joven que tiene 24 años, también comparto las tareas con Alexis de 25 años, Cristian de 28 y a la distancia, porque vive en Estados Unidos, Steven, de 30 años que nos asesora, da ideas y sueña con que podamos seguir sus pasos haciendo funciones en el exterior. También participa mi mamá, Carina Selva, que no puede desligarse de sus raíces. Ahora ya no actúa pero es quien está en los detalles del bar, la boletería, la venta de recuerditos. Y por supuesto, también se suman nuestras parejas, que son un pilar fundamental en el espectáculo porque ellas actúan y también diseñan el espectáculo", dice Luciano, la voz cantante del grupo que va de provincia en provincia en carromatos propios.

El circo en la sangre
Probablemente el destino hubiese sido muy distinto, si el bisabuelo Salvador y sus dos hermanos no se hubiesen animado a ir de casa en casa, de barrio en barrio inclusive en algunos teatros o espacios públicos de San Juan -su lugar de origen- haciendo las andanzas de los payasos Taconi, Taco y Taquito, allá por los primeros años de la década del '40. Esa fue la raíz de una larga tradición y el comienzo de una historia muy particular para la familia López que los marcó de por vida.
Nobleza obliga decir que no pasaron mucho tiempo animando cumpleaños, domingos callejeros y espectáculos itinerantes, porque después del terremoto del '44 decidieron separarse. De todos modos, el payaso Taconi, es decir el bisabuelo Salvador que adoptó para siempre ese nombre artístico, no se alejó demasiado del metié porque fue contratado por un circo. Allí siguió con sus bromas y piruetas, de gira en gira, aprendiendo nuevos roles y funciones propias del circo. Y, como una cosa trae a la otra, en unos años, tuvo su propio emprendimiento, su circo al que bautizó Taconhy.
En ese ámbito, conoció a la bisabuela y allí también nació Salvador Alfredo (el abuelo) y sus hermanos Enrique, María y Kattia. Luego la historia se repitió con Darío, el hijo de Salvador Alfredo y el papá de los cuatro varones López, hoy protagonistas de esta historia.
"El abuelo Salvador Alfredo fue un gran artista que recorrió Estados Unidos e hizo historia con su circo", relata Luciano, dejando lugar a una anécdota que lo maravilla. Es que el abuelo y su compañera de acrobacias, su abuela, además de su papá Darío y su mamá dejaron deslumbrado a un contratista -esto es una persona que se dedicaba a recorrer los circos mejor posicionados en busca de talentos- ni bien los vio en un acto que hacían en el aire y les propuso sumarse a las funciones del Circo Vargas. Para eso debían hacer las valijas, ya no para cambiar de provincia, sino para viajar hasta otros destinos.
"Ellos hacían un espectáculo de malambo y eso impresionaba al público. Lo hacían mis abuelos, mi mamá con mi papá que hacían trapecio aéreo y un número con cuerdas. Ella se colgaba en el aire e iba trepando hasta llegar a la punta de la carpa. Mi papá era trapecista y lo que más le gustaba era hacer un truco de vuelos con una red abajo. Hacía saltos morales. Así estuvieron tres años hasta que volvieron a la Argentina", detalla.
"Aquí nacimos los cuatro hijos. Eso dependía de donde se hacían las funciones. Yo nací en Venado Tuerto, Santa Fe, pero si llegaba al mundo una semana antes hubiese sido entrerriano porque es donde estaba el circo. Mis hermanos nacieron en Entre Ríos y en Estados Unidos. Esa es nuestra vida. Uno se enamora de viajar de lugar en lugar, de aprender mirando, de vivir en las casas del carromato, de encariñarse con gente que seguro vas a ver en la próxima gira. La magia y la tradición no se pierden, al contrario se acrecientan. Así como mi hermano Steven fue premiado por ser el niño más pequeño, con 7 años haciendo malabares en el primer festival de circo del país, tengo sobrinos que con 3 y 6 años, que ya hacen trucos con los aros y los columpios o los ula-ula y se animan a meterse en el show. Ellos son la nueva generación del circo", asegura.

La magia del agua
Fue el triste momento del fallecimiento de Darío López -papá de Alexis, Cristian, Luciano y Steven- en el 2015 lo que dio pie al nacimiento del Circo Splash. Los hijos tenían que hacerse cargo y entonces decidieron enterrar junto a su padre a su enorme Circo Taconhy para darle lugar a un proyecto nuevo, pero sin dejar de homenajear a su padre y a sus antecesores.
"Mis bisabuelos y abuelos, inclusive mis padres, han mantenido el circo tradicional. Es más, hasta tenían animales pero los prohibieron por ley en el 2006 entonces el circo mutó para un espectáculo lleno de actos de magia, payasos, trapecistas, equilibristas, malabaristas y por supuesto sorpresas. Con el Circo Splash nos inspiramos en el agua y entonces apostamos a hacer algo moderno, algo muy diferente. De hecho, elegimos no tener el escenario al frente, incorporamos una fuente de agua que tiene chorros de agua de casi 6 metros y se podría decir que todo el espacio donde actuamos es agua. Es como si hubiese una pastilla en el medio con una pasarela a los costados, y el resto de la superficie es agua, es una pileta gigante que tiene unas bombas tremendas que la retroalimentan de agua. Todo el espectáculo es dentro de esa pileta: el Aqua Dance por supuesto pero también jugamos mucho con el agua, los payasos se caen y se mojan, salpican al público, actúa la Sirenita y sus amigos del mar, los trapecistas y quienes volamos lo hacemos pasando por el agua", explica sobre el espectáculo que tiene una duración de una hora y cuarenta minutos.
Todo esto se puede llevar adelante porque los hermanos y sus parejas se dividen las actividades y tareas por rubros: desde el armado del espectáculo y las actuaciones tan dispares como atractivas que incluyen desde el Acqua Dance, malabares, aéreos con cintas, entre otras, hasta el armado y desarmado de la carpa, las habilitaciones, la publicidad y la puesta en escena cada vez que hay función. En lo que no hay reparto de tareas es en los ensayos: todos hacen prácticas de 3 a 4 veces por semana, durante varias horas al día. Inclusive hay jornadas de ensayos generales. Justamente allí surgen las innovaciones, los cambios, los nuevos trucos. También otra de las rutinas es ir al gimnasio para mantenerse en forma para los actos que, en muchos casos, además de destrezas implican por ejemplo, colgarse a más de 7 u 8 metros de altura para poder volar y sostener a otro personaje suspendido en el aire.
"En el circo hay riesgos pero lo que más sobran son las sonrisas. De hecho, lo mejor que puede pasarnos es el aplauso del público, la carita de ilusión o las carcajadas de un niño, la palmada de un anciano, el agradecimiento de las familias por el espectáculo que hemos dado. Eso es cariño puro y una adrenalina bárbara. En San Juan eso nos pasa siempre y es lo que nos genera las ganas de volver siempre y de quedarnos por mucho tiempo. El afecto con el sanjuanino es muy fuerte. De hecho fue el segundo lugar, luego de Mendoza (donde tienen su casa de material y donde pasaron el aislamiento durante todo el 2020 con el circo sin actividad alguna) al que elegimos para revivir luego de lo peor de la pandemia porque este es un lugar que nos llena de energía", cuenta Luciano.

Un show diferente
Después de las fiestas de fin de año y un impasse del circo (que le dejó su lugar en la carpa los artistas de Navidad sobre Hielo, un espectáculo de patinaje sobre una pista especial que verdaderamente simulaba hielo a través de una tecnología importada del exterior, según explica Luciano), se volverán a encender las luces de la pista. El "debut" o la ""vuelta del circo" (que nunca se fue desde hace unas cuantas semanas que se instaló en el estacionamiento del Paseo Libertad, por calle Scalabrini Ortiz y Avenida Circunvalación) será este 7 de enero a las 22, además de este sábado y domingo con funciones a las 20 y las 22 horas. A partir de esa semana y hasta terminar el verano, las funciones seguirán todos los lunes, jueves y viernes a las 22 y los fines de semana, con apertura de taquilla para los espectáculos de las 20 y 22 horas.
Por estos días hay una promoción de platea a 500 pesos, tanto para público infantil (a partir de 2 años) como mayores.
El espectáculo que subirá abundará en juegos de aguas danzantes, Aqua dance, acrobacias, malabaristas, payasos y actos de acrobacias aéreas. El leitmotiv, siempre es el agua, inclusive en las bromas de los payasos.
Vale aclarar que durante todo el espectáculo, el público debe permanecer con barbijo, respetar la ubicación asignada para no romper la distancia social o las burbujas por familias y colocarse alcohol en gel que es provisto en diferentes zonas de la carpa.

 

Por: Rotman Paulina - Diario Cuyo