Aberturas Aluminar

Gabriel Landesa vive en Lago Puelo, adonde llegó desde Necochea, donde fue criado. “Es una historia en el fondo no muy distinta a la de tantos pero, a la vez, con alguna particularidad por mi propia historia de vida”, expresó en comunicación con Edgardo Lanfré, en el programa “Contame algo”, que se emite por El Cordillerano Radio (93.7).
Al comenzar la entrevista radial, contó que se acercó a la iglesia en la adolescencia, al final de colegio secundario, en un retiro al que fue invitado por amigos. “Desde ahí, empecé una vida de fe intensa, porque la vida cobró un sentido especial a partir de saber que Dios se constituye en un horizonte trascendente”, expresó.
Estaba estudiando en la Universidad de Mar del Plata, cuando sintió el llamado. “Me quedaba corto vivir así y sentí que tenía que consagrar mi vida al evangelio. Entré al seminario, tuve casi ocho años de formación y me ordené de cura en la Pascua del noventa”, continuó. “Y durante treinta años viví mi sacerdocio con gusto, con alegría, con plenitud”.
“Creo que las circunstancias de la vida de algún modo manifiestan en el andar lo que es la voluntad de Dios”, señaló. “En mi caso, llegar a Venado Tuerto tuvo esta característica de conocer a una mujer que, distinto a otras, me generó algo especial. Y tal vez después de tantos años de consagración tenía que asumir de nuevo un cambio de amor. Asumir un amor más humano, más personal”.
“Yo tenía necesidad de que esto fuera un proceso de discernimiento”, contó. “Lo hablé mucho con gente muy cercana, con hermanos del sacerdocio, con los superiores de la congregación a la que yo pertenecía, con mi director espiritual. La idea era que 'capaz que a mí esto se me iba a pasar, nomás'. Y en realidad buscaba eso un poco, que me ayuden a que se me pase. Pero, no se me pasó”.
“Nosotros no empezamos nada hasta que yo tomé la decisión de dejar”, dijo. “Cuando después de todos esos meses, de este largo discernimiento, tomé la decisión, lo primero que hice fue convocar a la comunidad parroquial a una reunión y contarles lo que estaba viviendo y el paso que estaba dando. No pensé en que se enteraran por otros o irme. Quise vivir con franqueza toda la vida y este paso con más razón”.
“Era una de las cosas que más me costaba, pensar en qué iba a pasar cuando tuviera que contar esto. Y francamente fue una alegría la repercusión. La gente con mucho cariño me recibió, me escuchó, me alentó a que yo haga lo que profundamente sentía”, compartió.
Ahora está instalado en Lago Puelo. “Fue el lugar donde tenía la posibilidad de empezar de nuevo”, expresó. Ya su hermana y demás familiares se habían ido a vivir a esa localidad, y “ante la hora de empezar, pensé en arrancar con afectos bien cercanos, y porque además me gusta el lugar. Y a mi compañera, Mariela, también le gustó la idea de venirnos para acá”. Ella todavía por cuestiones laborales no pudo trasladarse.
“Venir acá fue venir y hacer lo que salía”, como pintura de casas y jardinería. “Lo otro que también estoy empezando a hacer, que tiene que ver más con mi formación, es un acompañamiento psicoespiritual. Porque además yo tengo una formación en programación neurolingüística (PNL). A lo que hice toda la vida sin cobrar un peso, porque la gente se acercaba y me consultaba, ahora le tengo que poner un valor en dinero”.
“Yo creo que la iglesia va a ir dando esos pasos que permitan en el futuro que haya opción, como fueron esos primeros diez siglos de la iglesia, que el sacerdocio sea un tema optativo", expresó. Y compartió que contar su historia, para él, “es sembrar que también es posible dar pasos de honestidad a cualquier altura de la vida, aunque eso implique un giro y hasta un empezar de nuevo”.


Fuente: El Cordillerano