Aberturas Aluminar

Este 15 de junio se cumplen 25 años del título venadense en nuestra competencia. Un equipo que se sustentó en el carácter, la disciplina, el entrenamiento y la planificación para que en el campo fluyera como una máquina perfecta.
Pocos equipos dentro de nuestra Liga son tan recordados como este Olimpia de la temporada 1995/96. El combinado de Venado Tuerto fue el dueño absoluto aquella campaña. Se consagró en la competencia nacional, obtuvo el título de la Liga Sudamericana y participó en la Copa Intercontinental. Ganador y cautivante, tuvo dos pilares fundamentales: sus jugadores polifuncionales capaces de entregarlo todo en cada partido, y la disciplina, inculcada principalmente por su entrenador Horacio Seguí.

Una temporada diferente
Fue un certamen distinto, en el cual se tuvo que convivir con ciertos cambios dentro del reglamento: partidos de 48 minutos, divididos en cuatro tiempos de 12, mayor cantidad de tiempos muertos, más la regla de seis faltas personales para cada jugador. En esa temporada en función de buscar equilibrar a los equipos, la organización dispuso que los jugadores fueran encuadrados por categorías, cada una con un puntaje respectivo. Los clubes deberían armar sus equipos con un máximo de 105 puntos en la suma de sus jugadores nacionales mayores. Luego los dos extranjeros y los juveniles (hasta 18 años). Esta temporada también fue la debutante para Emanuel Ginóbili en Andino, para Andrés Nocioni en Racing Club y para Luis Scola en Ferro.

El armado y la llegada de Wilson
Olimpia no se armó con un presupuesto soñado. Se incorporó a Walter Guiñazú, que se unió a los que ya estaban con contrato como Alejandro Montecchia, Jorge Racca y Sebastián Uranga, sumando a dos juveniles con gran potencial como Lucas Victoriano y Leo Gutiérrez y a los extranjeros. Horacio Seguí rememora la conformación de aquel plantel: “Teniendo en cuenta que debíamos adaptarnos a las nuevas reglas de conformación de equipo nosotros anunciamos en la primera conferencia de prensa que el nuevo Olimpia iba a ser diferente. No íbamos a tener un pivote determinante, la posición única y exclusiva sería la del base, todos los demás puestos eran en doble función y quizá triples. Al primero que convocamos fue a Todd Jadlow, un pivote (2.05) que tiraba muy bien de tres, corría bien los contraataques y tenía un gran porcentaje de tiro libre. Pedí que viniera Michael Wilson, pero su agente pretendía mucho dinero para el presupuesto del club. Pedí permiso para hablar con Wilson por el tema económico y le dije: 'Vos el año anterior estabas jugando en Independiente y te fuiste. Eso no quedó bien, difícilmente te tome un equipo argentino, pero nosotros hemos puesto los ojos en vos. Tu agente puso un precio muy alto, creo que es necesario que lo charles con él, buscá que vos no pierdas y tampoco nosotros'. Él hablo con su agente y se acordó para que llegue al club”.
Finalmente la esperada llegada del extranjero fue fundamental para todo lo que sucedió después. “Michael fue una pieza que encajó perfecta. Comenzamos a jugar como si hubiéramos estado juntos toda la vida. Casi mágico. Encontrar el hombre justo para este grupo fue un gran hallazgo, un gran acierto. Conformamos un equipo que tenía las piezas correctas, todo lo demás fue desarrollo. Olimpia fue una maquinita de jugar. Teníamos un gran dossier, un buen archivo de variantes, trabajábamos muchas situaciones y las entrenábamos con gran carga de intensidad. Teníamos una preparación física excelente y una actitud para ganar envidiable”, recuerda su entrenador.

Ofensiva peligrosa y defensa "saltar y cambiar"
“Cada uno tenía en claro cómo aportar. Teníamos una ofensiva muy peligrosa pero además desarrollamos mucho una defensa que en esos tiempos era novedosa, denominada “saltar y cambiar”. En base al personal con el que contábamos expusimos un juego muy parecido al que se juega hoy en el mundo, con un equipo no tan alto en su interior, pero con un núcleo externo de mucho porte, Jorge (Racca) jugaba de 2 con 1.98 mts. y el resto del perímetro por encima de los dos metros. Olimpia era muy ordenado, con muchas variantes, y la incidencia del banco incluyendo los juveniles talentosos, lo hacía intenso, un combo letal. Creo que fue la mejor experiencia de desenvolvimiento de equipo en todas sus posiciones. Porque el liderazgo de juego se repartía por momentos, Uranga con mucha experiencia, Michael (Wilson) en los momentos de juego que había que tomar decisiones fuertes y definitorias, por supuesto que nuestro base tenía la manija siempre, y la labor del 6to. hombre de Guiñazú fue impecable”, manifestó su coach sobre los aspectos centrales de su juego que lo hacían desplegar un básquet futurista.

El título de La Liga Sudamericana
El combinado de Venado Tuerto obtuvo la Liga Sudamericana de Clubes frente a Corinthians. En el playoffs al mejor de tres, Olimpia venció de local por 112 a 97 y en tierras paulistas se adjudicó la corona por 101 a 100. "En la final de la Sudamericana teníamos en contra la clasificación. Corinthians tenía la localía. Jugamos en casa el primero y después fuimos allá. Llegamos y nos fuimos directo a la cancha. Entrenamos entre las 23 y la 1.30 de la mañana. Estaban todos concentrados, conscientes y con muchísima actitud para rendir al máximo. Ganamos ese segundo juego en suplementario. Tremendo y anecdótico, hubo mucha repercusión de prensa. Pero sabíamos debíamos reponernos de tanto desgaste y poder poner la mente en Atenas, final que llegamos a siete juegos, todos cerradísimos. Allí cerramos esta inolvidable temporada".
Estas son las palabras de Horacio Seguí que se detuvo en cada detalle de los juegos frente al elenco brasileño y lo importante que fue aquel título no solo para la ciudad, sino para el resto del país: "Como broche debo decir que he vivido fiestas muy grandes, pero lo de Olimpia cuando volvimos de Brasil fue mayúscula. Era la primera Liga Sudamericana, la final estuvo muy promocionada por la prensa y lo vio muchísima gente. Fue increíble la repercusión. Cuando llegamos a Pergamino ya nos seguían muchos vehículos, pero entramos en la ruta 8 hacia Venado Tuerto, y la ruta se hizo de un solo sentido, la banquina estaba llena de gente y desde los campos se arrimaban a los alambrados máquinas y tractores, todos tocando bocina y con banderas de recepción. Se te eriza la piel. Nunca viví algo igual”.
“Creo que en esa final nosotros demostramos que jugamos un poco a la brasileña. Rápido, defendíamos todo el campo. Nosotros nunca jugamos otro básquet, no especulamos ni tuvimos miedo a perder. Fuimos convencidos, de local ganamos bien y a Brasil también fuimos convencidos de terminar rápido la serie”, detalló Jorge Racca sobre el título de La Liga Sudamericana.

La Intercontinental
“Racca tenía una especial apreciación de lo necesario para ganar, de una manera espectacular. Yo siempre he escuchado atentamente a mis jugadores. En Olimpia lo escuché mucho a Racca y en algunos momentos fue esencial. En la Sudamericana tuvo mucho que ver, sobre todo en la final y en el enfrentamiento con el Panathinaikos también. A los jugadores rivales uno siempre los ve por televisión y no los ve tan grandes, cuando fuimos a entrenar a Rosario por la Copa Intercontinental, veo al equipo y nos sacaban diez centímetros todos en todas las posiciones. Me senté con Jorge y le dije “viste cómo son” y él me dijo “nosotros no nos tenemos que volver locos por eso porque tenemos un tipo de juego que no sé si ellos van a poder equilibrar”. Su confianza en lo que hacíamos me tonificó, así que cuando fuimos al entrenamiento yo estaba convencido de que podíamos ganar, ese lo ganamos con autoridad”- Anécdota de Horacio Seguí en el primer juego de la Copa Intercontinental. Olimpia se llevaría ese primer partido y luego caería en Grecia en los dos restantes.

La gran final frente a Atenas
Olimpia accedió directo a los cuartos donde se midió con Boca y lo venció 3 a 1. Luego se enfrentó ante Independiente en semis con barrida 3 a 0. La final de la Liga Nacional se jugó con posterioridad a la finalización de
La Liga Sudamericana, El rival de Olimpia sería Atenas en una serie vibrante.
El elenco de Seguí entraría en esta etapa invicto en su cancha con un total de 26 partidos. Olimpia se quedaría con los dos primeros juegos (104–102 y 102–90). Atenas vencería en Córdoba (116–102 y 113–103). Nuevamente en Venado Tuerto, Olimpia se llevaría el quinto por 107–93, el Griego volvería a empatar la serie (107–98) y todo se definiría en Santa Fe con el triunfo del local por 105–100. En plena fiesta tras la consagración, Wilson se unió al festejo paseando por las calles de Venado Tuerto en una limusina blanca.
Olimpia planteó más un juego abierto para usar la salida de los grandes. Todo era entrenamiento y planificación. Montecchia, Racca, Jadlow y Uranga jugaban de frente al canasto y en ataque encontraban siempre respuesta en Wilson. Atenas si bien contaba con el anotador Juan Espil se basaba mucho en Fabricio Oberto y Diego Osella en el juego interior.
Sobre su título con Olimpia, Alejandro Montecchia sostuvo: "Me siento orgulloso de haber salido campeón de la Liga con Olimpia de Venado Tuerto, por haber sido el base de ese equipo que tan bien juego, que fue uno de los mejores en la historia. La temporada 95-96 fue mi mejor año, me sentí dominante de la Liga".
“Era un equipo sin excusas. Siempre había que seguir para adelante. Salí por seis faltas en el último partido de la final y lo vi desde el banco. Cuando terminó sentí un alivio, después estudiando ese alivio me di cuenta que nosotros teníamos una sobrepresión de no haber perdido nunca en casa y no íbamos a perder el último juego”, detalló Lucas Victoriano, otro de los protagonistas del equipo.
“Éramos dos equipazos que llegábamos a una serie igualada. Ellos por su historia y nosotros éramos candidatos por nuestro juego. Estábamos convencidos que podíamos ganar. Para mí fue un orgullo formar parte de ese plantel. Fue como amor a primera vista, la química que surgió entre nosotros”, sostuvo Walter Guiñazú.
Leonardo Gutiérrez, que en aquel momento comenzaba a dar sus primeros pasos en el básquet profesional, dejó también su testimonio: "A los 15 me recluta Olimpia y me voy para Venado Tuerto. Ahí fue un cambio radical en mi vida y en mi cabeza. Empecé a ver otro básquet totalmente distinto al que estaba acostumbrado. Del campeonato me acuerdo que fue la primera final a siete. Dos súper equipos. Atenas un equipazo, nosotros estábamos jugando muy bien, teníamos un plantel un poco más corto pero con un básquet muy bueno. Montecchia y Racca estaban allá arriba jugando a un nivel altísimo, Jadlow jugando de cinco distinto a todos porque se abría a tirar de tres puntos, Wilson se posteaba jugando de 4/3, Uranga se abría para tirar de tres puntos, Victoriano viniendo de atrás revolucionaba todo el básquet del equipo. Intentaba aportar mi energía, no tenía tiro de tres puntos, tenía piernas tremendas, saltaba, agarraba el rebote, defendía. En el séptimo, Horacio me pone, tenía unos nervios, la primera pelota que me pasan se me cambiaron las manos de lugar, se me pegó en el pecho y se me fue afuera. Jugué poquito ese partido, lo importante es que terminamos ganando e invictos de local. Jugábamos bien".
Sin dudas este Olimpia fue uno de los mejores equipos de nuestra Liga Nacional. Hasta el día de hoy es recordado como "la máquina de jugar bien", sin contar con súper estrellas, con un presupuesto acotado y una corta rotación, el elenco de Seguí demostró que con determinación, constancia, trabajo, entrenamiento y disciplina se logran grandes objetivos para alcanzar la gloria máxima.


Por La Liga Nacional de Básquet