Un argentino en España, una volcada en calzoncillos y un delirio que levantó de su asiento hasta al más longevo. No, no fue un sueño, fue Walter Herrman en el torneo de volcadas de la ACB un 4 de abril de 2003. ¿Sus contrincantes? Lou Roe, Fran Vázquez (quien todavía sigue jugando... no saltando), Tyrone Ellis y Jerod Ward. También había sido invitado Federico Kammerichs, pero el correntino decidió aprovechar el parate para irse a su provincia a disfrutar con su familia.
Quienes impartirían justicia serían Walter Szczerbiack, Ferrán Martínez, Rafa Rullán, Juanito de la Cruz y Julio Lamas, que en ese entonces dirigía en España. En fin, un torneo de volcadas con todos los condimentos. Nacionales espectaculares, americanos vistosos, y con una capacidad de salto increíble, y un poco de aliciente latino para la siempre necesaria cuota de improvisación. El show no podía decepcionar.

La primera ronda
El primero en salir al escenario fue Lou Roe, que, fiel a sus raíces, emuló a Michael Jordan y realizó una volcada saltando casi desde la línea de tiro libre. Luego llegó el turno de Vázquez y Ellis, pero sus acciones no sorprendieron mucho al jurado. La cosa estaba aburrida hasta que apareció el tercer concursante, Walter Herrman. El argentino se trajo dos pelotas y maravilló al tribunal desde el primer suspiro. En el intento uno falló, pero volvió a probar y la enterró con una agresividad notable. Todos los jueces quedaron impresionados y le pusieron diez, salvo Lamas, que quiso eliminar toda sospecha de favoritismo de lado y le puso un nueve.
En la segunda vuelta volvieron a decepcionar Roe y Vázquez, pero Ellis consiguió los primeros 50 puntos de la velada con una volcada lejana que finiquitó dándose una vuelta completa en el aire. La excitación estaba creciendo y el punto máximo de irrupción llegó cuando apareció de nuevo Walter, ¡vestido de Diego Maradona! Sí, con una peluca negra y con la 10 de la Selección Argentina. Instantáneamente empezó haciendo jueguitos con la pelota de rodilla a rodilla, luego golpeó la bola con la cabeza hacia el tablero y palmeó una mano hacia abajo, provocando la risa de todos aquellos fanáticos que presenciaron el espectáculo. Esa vez a Lamas no le quedó otra que ponerle un diez, y el resto de los jueces tomó la misma decisión.
Minuto a minuto, el panorama ya se iba aclarando y el único que faltaba era Jerod Ward, quien se mantenía como el candidato más fuerte junto a Herrmann. Así lo demostró en el último mate de la primera ronda, adonde puso a un pibe en la pintura y lo saltó encogiendo las piernas sin abrirlas, reflejando una tremenda capacidad de salto. Esa volcada mostró todas las cartas y definió a los finalistas, no había más debate.

La segunda ronda
Finalmente, los clasificados a segunda ronda eran Ellis, Ward y Herrman. Tyrone fue el que debió saltar primero y en el intento realizó un tomahawk que no sorprendió muchos a los jueces. Sin embargo, otras vez llegaría el argentino para levantar al público y al acontecimiento. De momento todo parecía normal, pero la situación cambió cuando, tras tirar la pelota hacia arriba, Walter se sacó toda su ropa y, en menos de un segundo, atrapó de nuevo la naranja y la volcó en calzoncillos, para luego retirarse caminando como si estuviera paseando por el centro de la ciudad. Luego, Jerod hizo un potente giro de 360 grados que lo colocó a la altura del argentino, no por originalidad, pero si por fuerza y agresividad.
Desafortunadamente, en la siguiente vuelta Herrmann falló una volcada tan insólita como imposible, tirando la pelota hacia arriba para agarrarla con una mano y volcarla con un giro completo. Su falla le otorgó el título a Ward, quien en su último mate hizo una acción muy similar a la de Roe en la primera ronda. Con Jerod como campeón asegurado, Walter y Tyrone tuvieron que desempatar y fue allí donde el argentino volvió a maravillar a todos, saliendo de un carril con dos pelotas y volcándola una tras otra de forma totalmente coordinada, y haciendo uso de su notable capacidad de salto.

El sello de Argentina
Esta última jugada le permitió a Herrman quedarse con el segundo puesto del torneo de volcadas de 2003. Quizás no fue campeón, pero durante esa noche entretuvo al público más que nadie. Fue original, no tuvo miedo de probar cosas nuevas y representó a su país en cada jugada. Fue un concurso que quedó grabado en la historia de la ACB, con huellas argentinas por doquier.


Fuente: BasquetPlus