El exdirector del Seminario San José de la ciudad de Venado Tuerto, José Rohr, fue denunciado penalmente por los delitos de abusos sexuales, físicos y psíquicos en diciembre. También al sacerdote Santos Ortiz, exdirector del Colegio Sagrado Corazón, por incumplimiento de sus funciones. La presentación se hizo en Venado Tuerto, lugar donde se cometieron los hechos.
"Hoy es mi momento de hablar, siento que ahora puedo hacerlo", dice Darío Vallejo, la víctima de los abusos ocurridos desde 1982 hasta 1984, a UNO Santa Fe. Del otro lado del teléfono, a casi 700 kilómetros, su voz se siente algo quebrada, esperanzada y paciente, como su búsqueda de justicia. Poder viajar siete horas desde San Luis para radicar la denuncia en el territorio santafesino requirió de tanto valor como dolor. Padece de fibromialgia, una enfermedad que se caracteriza por dolores musculares crónicos, por lo que trasladarse significa mucho esfuerzo y planificación.
"Me despertó una situación cuando lo vi en YouTube a Santos Ortiz recibiendo el reconocimiento de ciudadano ilustre de parte del gobernador de Santa Fe y de las autoridades de Venado Tuerto.
Y pensé «¿por qué si a mí no me protegió cuando le pedí ayuda?No me separó de mi abusador, siendo él responsable de mí». Era como un padre espiritual para mí y no me ayudó. No evitó situaciones aún más feas que me tocó vivir después haberle contado a él", describe Darío.
Darío participa en la iglesia católica desde pequeño. Comenzó como monaguillo en la Iglesia Medalla Milagrosa ciudad de San Luis y por su devoción, el sacerdote de esa institución lo envió al Seminario San José en Venado Tuerto. "Ahí tuve la maldición de que José Rohr fuera mi tutor. Era el director de ese seminario, el responsable de mis pesadillas", describe el sobreviviente.
"Solo tenía 12 años. Estaba ahí, con mis dificultades de aprendizaje, pues mis padres no hacía mucho que se habían divorciado. Al poco tiempo llegaron los golpes, el maltrato psicológico y físico, por cualquier motivo me pegaba, me ponía en penitencia de pie por más de cinco horas al sol y después de eso me golpeaba. Y eso no fue lo peor".
"Le llegué a tener miedo, terror. Y como mis padres no podían viajar, cada tanto me hablaban por teléfono. Él se ponía al lado mío y me advertía que no dijera nada. Hasta en las cartas me obligaba que pusiera que «estaba bien»", dijo a UNO que además describió los abusos sexuales a los que el sacerdote lo sometió y otros mecanismos que lo obligaron a guardar silencio sobre los hechos. Sobre Ortiz, detalló que recurrió a él para contarle de los actos de violencia pero que al volver ese día a su habitación se encontró con Rohr quien le dio una paliza que duró horas con el dicho: "Te gusta hablar".
"Lo he denunciado porque es un peligro para los demás jóvenes. Violento y abusador de menores. Lo peor que he conocido en mi vida, una escoria que solo guarda las apariencias pero en las oscuridad un abusador, un golpeador. No sé si la justicia actuará, quizás por ahí nos junten en un tribunal, si no es de aquí será del Eterno Dios Justo", sentenció Darío que además indicó a este medio que habría más denuncias del mismo tenor de otros exseminaristas y hasta de un familiar cercano de Rohr. Hoy, el denunciado no es sacerdote ya que dejó los hábitos hace varios años para casarse y actualmente trabaja en un instituto en Buenos Aires.
Darío señala que en los tiempos en que sufrió los abusos no pudo decirle a su familia lo que le estaba pasando. "En esas épocas no se hablaba de estas cosas con los padres, eran un tema tabú. Éramos una generación más callada. Esa culpa, por decirlo de alguna manera, la llevé todo este tiempo. Pensé en olvidarlo y seguir adelante con mi vida. Vendí mi casa para irme a vivir a Estados Unidos, país en el que estuve ocho años pero las pesadillas, los ataques de pánico y la depresión seguía. Traté con psicólogos pero no encontré una solución. Hoy simplemente los quiero llevar a la Justicia porque el daño que le han hecho a mi persona es grandísimo".
"Todavía no puedo reunirme en familia donde hay mucha gente, no puedo dormir tranquilo a la noche porque las pesadillas me vienen. No puedo dar un abrazo. No puedo permitirlo porque es como que no me siento cómodo. Me han quitado muchas cosas esta gente por no ser responsables, especialmente José Rohr. Lo único que pido es justicia. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero no podía hablar.
Hoy se ve de otra manera los tiempos de las víctimas y gracias a ello puedo hablar y llevarlos a la Justicia. Y lo voy a hacer. Aunque me cueste un montón viajar.Estoy esperando que desde la fiscalía se comuniquen conmigo. Yo no voy a bajar los brazos, voy a seguir peleando".
Por Bárbara Favant - Uno Santa Fe