El conjunto de Seguí presentó un básquet revolucionario. Ganaron la Liga Nacional y la Liga Sudamericana en la temporada 1995/96.
Ofensivas rápidas, jugadores polifuncionales, básquet del bueno y mucha diversión fueron los puntos diferenciales de Olimpia de Venado Tuerto, un equipo que llegó desde el futuro para revolucionar la Liga Nacional, Sudamérica y el mundo. Horacio Seguí, Jorge Racca, Alejandro Montecchia, Michael Wilson, Sebastián Uranga y Lucas Victoriano, entre otros, fueron adelantados a su tiempo y se transformaron en un presagio de lo que se ve actualmente en el deporte de la naranja.
En un lapso de una temporada, más precisamente en la 1995/96, el conjunto de Venado Tuerto consiguió la Liga Nacional y la Liga Sudamericana, algo impensado para una plantilla que no tenía un alto presupuesto ni rotaciones largas. Solidaridad, aporte colectivo y un factor especial: nadie estaba por encima del equipo. Su fuerza residía en que no se sabía de dónde podía venir el veneno, siempre aparecía un individuo distinto y eso les permitió ganarlo todo.
Primeros pasos en Liga Nacional
El proceso hasta la triple corona no fue fácil y para conseguirlo debieron pasar por una serie de derrotas que les permitieron aprender de los errores y volver con más fuerza en el momento justo. Todo comenzó en 1991, en donde Olimpia disputó su primera temporada en la máxima categoría de Argentina. Allí terminó en el puesto 12 de 14 equipo y se salvó del descenso. En su segunda campaña dio un salto importante y finalizó tercero, siendo derrotado en las semifinales por Atenas.
Para 1995 la situación por fin llegó a la cúspide y Olimpia logró llegar a la final de la Liga Nacional por primera vez en su historia, pero otra vez el título les sería esquivo y caerían 4-1 ante un Independiente de General Pico que le tiró toda la experiencia encima y lo eliminó sin darle muchas chances de remontar la situación. Afortunadamente, los subcampeones lograron el pase a la Liga Sudamericana del año próximo, que en ese entonces era un torneo de lo más innovador en la zona.
La doble corona
La campaña 1995/96 de Olimpia de Venado Tuerto empezó de manera drástica por un cambio de entrenador. Llegó Horacio Seguí en reemplazo de Julio Lamas para comandar a un conjunto que prometía mucho y tenía sed de revancha tras la derrota en las finales de la temporada anterior. Montecchia, Racca, Uranga, y Victoriano eran sus nombres más destacados. No poseían una rotación larga, pero sí mucho compromiso y goleo repartido.
En la Liga Sudamericana, los de Venado Tuerto disputaron su mejor básquet y ganaron cinco de los seis partidos que disputaron en el Grupo D, consiguiendo el pase a los cuartos de final del certamen. Luego, el equipo de Seguí derrotó en las siguientes instancias a Los Caimanes de Colombia y a Dharma Franca de Brasil. En la final los esperaba el poderoso SC Corinthians, que en sus filas tenía al mítico Oscar Schmidt, una de las leyendas de Europa y del continente. Como si fuera una utopía, Olimpia dejó al país bien alto y gritó campeón en San Pablo, consiguiendo el primer título internacional de su historia.
Con la resaca de la Liga Sudamericana, Olimpia volvió a decir presente y se cobró lo que le había sido robado en materia nacional, consagrándose campeón de la Liga ante Atenas en una serie que tuvo de todo y que finiquitó recién en el séptimo partido, adonde Olimpia pudo sacar toda su categoría y personalidad. Jorge Racca fue la figura y el distinto que guió a los suyos al triunfo. Además, fue elegido el mejor de las finales.
La frutilla del postre
Quizás otros se hubieran conformado y perdido en los cantos de sirenas que significaron dos títulos impresionantes, pero Olimpia no era uno de esos y así fue se esforzó un poco más al enfrentarse al poderoso Panathinaikos de Grecia en el estadio de Claudio Newell en Rosario. Con 7000 personas y todo un país apoyándolos, los de Venado Tuerto se impusieron 89-83 en el primer juego. Luego, los argentinos fueron a Atenas y allí caerían en la revancha 83-78, quedándose cortos en la rotación y sucumbiendo ante las variantes ofensivas del rival. En el último encuentro, también en Atenas, Olimpia volvió a caer 101-76 y los griegos se coronaron campeones gracias a que tuvieron un equipo más largo.
Fueron leyendas
Nadie lo creía, pero ellos lo sabían. Apostaron por un básquet revolucionario y demostraron que había otra forma de ganar, divirtiéndose, rompiendo estructuras y probando cosas de vanguardia. Jugaban abiertos, podían cumplir múltiples funciones y posiciones mientras sonreían en el intento. Batallaron en Brasil, en Grecia y en Argentina. Los conoció el mundo, se conocieron ellos y los conocieron todos. Lo fueron todo. Lo siguen siendo todo.
Por Ignacio Miranda - Básquet Plus
Publicado el 24/1/2020