Este 6 de junio se cumplen 15 años de la definición que perdió ante Gastón Gaudio en Roland Garros. Tras aquella derrota, nunca más pudo mostrar su mejor versión.
El estadio Philippe Chatrier, colmado ante más de 15.000 espectadores, asistía hace exactamente quince años a una jornada histórica para el tenis argentino en Roland Garros. En el palco oficial, Guillermo Vilas, campeón allí en 1977, esperaba entregarle la Copa de los Mosqueteros a uno de sus sucesores: Guillermo Coria, claramente favorito y número tres del mundo, o Gastón Gaudio, 44 en el ranking e inesperado finalista de un torneo teñido de celeste y blanco, con tres de cuatro semifinalistas y cuatro jugadores en cuartos de final (Gaudio, Coria, David Nalbandian y Juan Ignacio Chela).
Todo estaba planteado para que Coria se tomara revancha de la sorpresiva caída ante el holandés Martin Verkerk en las semifinales del año anterior y sumara su primer título grande. Como Rafael Nadal todavía no había irrumpido en el circuito, el "Mago" estaba considerado como el mejor jugador de polvo de ladrillo del mundo y estaba predestinado a luchar por los títulos más importantes sobre esa superficie. Sin embargo, aquella final terminó siendo el principio del fin de una carrera mucho más breve y menos exitosa de lo que se suponía.
En menos de una hora de juego, Coria se imponía 6-0 y 6-3 y desfilaba hacia una victoria cómoda para quedarse con el título. Sin embargo, cuando ganaba 4-3 en el tercer set, un hecho externo cambió el curso de la historia, justo después del que podía ser el último cambio de lado del juego. El público francés, ávido de ver un poco más de tenis, comenzó a hacer la ola. Y la reacción de los tenistas argentinos fue bien distinta: Gaudio, que tenía que sacar, se distendió, dejó su raqueta y se puso aplaudir. Por el contrario, Coria, ansioso por cerrar el partido, sonreía nervioso.
Cuando volvieron a jugar, ya nada fue igual. El "Gato", que había necesitado cinco sets en las primeras dos rondas, por fin pudo soltar el brazo. En cambio, el "Mago", que había dejado un solo parcial en el camino a la definición ante el inglés Tim Henman, comenzó a sufrir calambres en todo su cuerpo. El jugador que había hecho de su fortaleza mental uno de los puntales de su carrera empezaba a flaquear en ese aspecto.
Muchos años después, el propio Coria reconoció que se trató de una cuestión mental. "Iba una hora de partido, podría haber sido la final más rápida de la historia. Él se puso a jugar con la ola y yo estaba tratando de bajar porque ya quería jugar. Pierdo ese game y me empecé a acalambrar el gemelo derecho. Fue 100 por ciento psicológico, apenas iba una hora de partido. Empiezo a pensar que me acalambro y automáticamente, en cinco minutos, estaba todo acalambrado", explicó el santafesino hace dos años en una entrevista con el programa "Perros de la Calle".
Con Coria luchando con sus calambres y sus temores y, por momentos, sin poder moverse, Gaudio ganó el tercer y cuarto set para un final de película. Y por más que tuvo dos puntos de partido en el quinto parcial, el santafesino terminó sufriendo la peor derrota de su carrera.
El periodista Alejandro Prosdocimi, autor del libro "La Final", donde cuenta lo entretelones de aquel histórico partido, lo sintetizó de manera perfecta. "El partido duró casi 3:35 pero se dividió en dos. En la primera hora y media mostró un clarísimo paseo de Coria y las siguientes dos horas ya fue un drama. Coria se contracturó, se acalambró, empezó a tener dificultades de movilidad y Gaudio, que había perdido los dos primeros sets, se recuperó, ganó el tercero y el cuarto y fueron a un quinto set absolutamente dramático", remarcó el periodista.

Lo que vino después
Aquel partido resultó una bisagra para el argentino. Hasta ese momento llevaba ocho títulos en su carrera, siete de ellos ganados entre 2003 y mediados de 2004. Pero tras aquel Roland Garros sólo pudo sumar un trofeo más, en Umag 2005. Es cierto que la aparición de Nadal también afectó sus estadísticas. Durante 2005, Coria protagonizó dos finales épicas con el español, tanto en Montecarlo como en Roma, donde perdió 8-6 en el tie break del quinto set. Sin el "Rey del Polvo", que también le ganó la definición de Shanghai, es posible que Coria hubiese sumado algún título más.
Otro dato que no se puede dejar de lado es la lesión en el hombro que sufrió durante Wimbledon 2004. Esa molestia lo obligó a operarse en España y lo llevó a perderse casi todo el resto de aquella temporada, ya que recién pudo regresar para participar del Masters de fin de año. Más allá de que durante 2005 pudo mantenerse en el top ten y clasificarse de nuevo para el Masters, ese hombro derecho nunca terminó de dar garantías. Incluso, obligó a modificar su mecánica en el saque, lo que derivó en que tuviera muchísimos inconvenientes con el servicio.
Ya para 2006, los problemas con las lesiones se potenciaron. A esa altura, nunca más tuvo continuidad ni resultados, con tres abandonos a lo largo de la temporada y la salida de los 100 primeros puestos del ranking. Tras 13 meses de inactividad, en 2007 intentó un nuevo regreso, pero dos caídas en Challengers postergaron sus ilusiones. Una nueva esperanza se abrió en 2008, pero tampoco hubo margen para milagros, con apenas dos triunfos en diez partidos. Finalmente, una derrota en el Challenger de Tailandia en marzo de 2009, con apenas 27 años recién cumplido, marcó el último partido de su trayectoria, menos de cinco años después de aquella final que marcó su carrera.
Pero el tiempo para Coria curó las heridas. Tanto que valora aquella final perdida con un paso necesario para su crecimiento personal. "Yo lo que digo es que fue la mejor enseñanza que tuve como persona", afirmó Coria. "Obviamente que me hubiese gustado ganar. Lloré durante un montón de horas después de esa final. Estuve hecho mierda durante dos días. Pero después de esos dos días me puse a analizar qué me había pasado", explicó. "Me fui dando cuenta un montón de cosas que había hecho mal. Es justo que me haya pasado. No pedí ayuda, hacía todo solo. Ahí empecé a darme cuenta de un montón de cosas de mi forma de ser que fui cambiando y agradezco ese momento para poder cambiar como persona también", agregó el ex tres del mundo sobre aquel partido que había esperado toda la vida.