Es verdad, no todas las heroínas llevan capa. En el caso de Candelaria Cabrera, una nena santafesina de ocho años, su traje es la camiseta del equipo de fútbol Huracán de Chabás. Es la única chica en su equipo. Y aunque para muchos eso se convirtió en un puntapié para criticarla, cuestionarla y hasta intentar sacarla de la cancha, ella solo se enfocó en la pelota. A mitad de año, las autoridades de su club le advirtieron a su familia que la normativa de la Liga Casildense de Fútbol, en donde compiten los equipos del sur de la provincia, prohibía las formaciones mixtas en categorías infantiles. Es decir, Candelaria no podía seguir jugando con sus amigos varones. Pero no todo estaba perdido.
Hace diez días, esta misma agrupación organizó una asamblea y votó por unanimidad un cambio en esta regla. Cuando ella se enteró, festejó cómo si hubiera metido un gol y aprovechó para dedicárselo a ese compañero de escuela que siempre le decía que las chicas no podían jugar al fútbol.
La Liga Casildense aprobó por mayoría absoluta los equipos de fútbol mixtos en la categoría infantiles. Lo único: cuando Candelaria pase a juveniles, dentro de tres años, deberá competir solo con mujeres. Además, anunciaron que a partir del 2019 abrirán un departamento de fútbol femenino y a esta pequeña heroína ya la podrán fichar como jugadora.
En diálogo con TN.com.ar, su mamá, Rosana Noriega, describió la felicidad de su hija cuando se enteró de la gran noticia. "Estaba contenta, estuvo una semana riéndose. Todos sus amigos que juegan con ella estaban expectantes, querían saber si ya había alguna novedad", explicó.
No fueron meses fáciles. El caso explotó cuando Rosana compartió su malestar en Facebook. El coordinador de fútbol infantil de Huracán le había avisado en julio que, por el reglamento vigente, Candelaria no podía seguir entrenando en un equipo mixto. Pero el escenario era desalentador: no hay ninguno femenino en donde ella vive. Iba a tener que colgar los botines.
"Sus lágrimas me duelen más que todas mis heridas, siento impotencia, bronca y mucha tristeza. No solo por mi Cande, sino por todas las Candes que vendrán seguramente con alguna historia parecida. Esta es una decisión arbitraria, no inclusiva, discriminatoria y cruel que acribilla la ilusión de una nena que soñaba con aprender a tirar una chilena", fue parte de su descargo en las redes sociales.
"Cuando esto se viralizó, muchas personas me escribieron. Los casos femeninos son todos iguales. Llega una edad en donde tienen que dejar de jugar porque no hay liga, no hay apoyo. Recién vuelven a entrenar de adolescentes y no les permiten tener el mismo ritmo constante que los varones", sostuvo Rosana a este medio.
El caso de Candela es parte de una radiografía que demuestra los obstáculos que, todavía hoy, muchas nenas, adolescentes y mujeres deben afrontar si quieren jugar al fútbol. Ya sea de manera amateur o profesional. El género como traba y los prejuicios institucionales que condimentan un escenario machista.
"Al ser mujer, se cortan los caminos. No hay viáticos, no hay ropa, no hay nada, cuesta mucho", agregó la mamá de esta pequeña jugadora que, después de meses de presionar a la Liga Casildense, consiguió que la escucharan y la incluyeran en la agenda.
La historia de Candelaria, que se popularizó en medios nacionales gracias a una entrevista de La Nación, tocó una fibra sensible en aquellas jugadoras profesionales que pasaron por situaciones similares. A tal punto, que muchas de ellas se contactaron a la familia y quisieron apoyarla, antes de que la liga local fallara a su favor.
Ruth Bravo, jugadora de la Selección argentina, le envió una carta de puño y letra. El texto decía: "Van a querer decirte a dónde podés ir, qué te puede gustar y con quién podés jugar. Todas estuvimos en esa cancha. Te dicen que sos muy chica, muy débil, que sos una nena. Tratan de romper tu confianza, pero la verdad es que la mayoría te tiene miedo. No de lastimarte, tienen miedo de perder contra vos, te temen porque se ven a sí mismos y ven el pasado. Pero yo te veo a vos y veo el futuro. Yo jugué esos partidos y escuché ese mismo 'no podés jugar' muchas veces. Pero te tengo una buena noticia: esto va a cambiar. Lo estamos cambiando, te lo prometo. Hoy me veo a mí misma y siento que estoy en un sueño".
Junto con otras atletas profesionales, muchas de ellas del combinado nacional, encabezaron la iniciativa "Nosotras con Cande". Días antes de la asamblea, hasta viajaron a Chabás para brindar una clínica de fútbol y apoyarla personalmente.
Las prácticas estuvieron a cargo de algunas de las jugadoras más destacadas del país, como Belén Potassa, Cecilia Ghigo, Abigail Chávez y Florencia Quiñones, todas futbolistas del torneo femenino de Primera División que organiza la AFA. También se sumó Aldana Cometti, reciente campeona de la Copa Libertadores defendiendo los colores del equipo colombiano Atlético Huila.
"Fue muy fuerte. Ella no tiene dimensión todavía de lo que pasó. Creo que a medida de que vaya creciendo, se va a dar cuenta. Y no se lo va a olvidar jamás", indicó Rosana a este medio.
Candelaria nunca frenó ante la mirada prejuiciosa de los demás. En la cancha, además, siempre recibió el apoyo de sus compañeros varones que saltaban a defenderla ante cualquier rival que pusiera en duda sus habilidades con la pelota. Un día que metió un gol, fueron ellos los que salieron a decirle al equipo contrario 'acá tienen a la nena que decían que no podía jugar'. Ella no solo no contesta, sino que ni le importa. Solo quiere patear. "Nadie te puede decir que no", asegura. La capa no le hace falta.

Por Virginia Robetto - TN