A continuación la historia de Natanaiel narrada por el camionero Mariano Ayala.

Necesitamos MUCHOS PADRES COMO EL DE NATANIEL.
Ayer (por el martes) como a las 22hs. veníamos de trabajar todo el día en el campo con Ezequiel. La Ruta 33 (veníamos de Villegas), era un infierno de camiones. Entonces desviamos hacia Las Rosas y salimos a la autopista. En el peaje de Carcarañá, paramos al baño y a cargar agua caliente (ahí es gratis, estoy cansado de que me rompan el culo por un chorro de agua caliente). Mientras Ezequiel iba al baño, se me acerca un joven, que estaba al lado de un polo viejo. Tenía puesto un chaleco iridiscente. Pelo corto, bien parejito. Se acercó:
-Buenas noches, señor. Disculpe la molestia; me dijo.
A mí el frío del sueño en la ruta, ya me empezaba a filtrar hacia los huesos y estaba intentando elongar .
-No le interesa una tasa de café caliente y pan casero?
Lo miré perplejo y me salió un: SI.
-Que sean dos, por favor.
-Como no, ya se los preparo. Se le veía la emoción de la venta. Abrió el baúl, saco un termo y me sirvió dos cafés en vasitos descartables. Luego, busco una bolsa de nylon, la abrió y de adentro saco cuatro rodajas de pan.
Yo quería pagarle, pero el se tomó su tiempo para hacer las cosas correctamente.
-Como te llamás?
-Nataniel, me dijo.
-Siempre vendes café acá?
-Si, a la nochecita. Y se quedó pensando casi angustiado y agregó: pero voy al colegio. Vengo a ayudar a mi papá.
Nuevamente, le había quedado algo en el tintero y siguió: el año pasado aprobé todas las materias.
-Que edad tenés? Le pregunté.
-Trece, y se quedó. Lo que pasa es que me quiero comprar una bicicleta!
Saludé a NATANIEL y me fuí abrigado por el mejor café de los últimos años para seguir viajando. Me saludó y me deseo buen viaje.
Lamenté no haber conocido a su padre, para felicitarlo, pero estaba vendiendo café y pan al lado del peaje.
Si pasas por el peaje de la autopista Córdoba-Rosario no dejes de parar y tomarte un café, NATANIEL, merece su bicicleta.