Aberturas Aluminar

El líder de una banda de crimen organizado está siendo juzgado por manejar la venta de droga desde su lugar de detención, pero también suma a su largo expediente una serie de amenazas contra funcionarios y políticos. El hombre sigue activo y mete miedo desde el penal.


Por Carolina Villalba - TN

De perfil bajo, pero con un frondoso prontuario, Matías Ernesto Álvarez, más conocido como “Bicho”, está acusado, entre otras cosas, de vender droga desde la cárcel. El hombre de 30 años es uno de los tantos capos narcos que tiene en jaque a la provincia de Santa Fe, y que supo mover los hilos de la comercialización de la cocaína en distintos barrios de las ciudades de Rosario y Venado Tuerto. Hoy se encuentra detenido en una celda del penal de Marcos Paz, junto a miembros de la temida banda “Los Monos”, a la espera de una nueva condena.
Soltero y sin hijos, la única pareja que se le conoció a “Bicho” resultó baleada por él mismo, durante un ajuste de cuentas por meterse donde no debía. Con una ametralladora, un sicario contratado por él agujereó el auto de su novia de ese entonces y la hirió en una pierna, en una de las tantas balaceras que se producen en la provincia y que pone al descubierto que no son hechos aislados.
La investigación para atrapar a gran parte de la banda manejada por Álvarez se inició a partir de una denuncia anónima que llegó por correo a la fiscalía federal de Javier Arzubi Calvo, y que alertaba sobre una organización que vendía al narcomenudeo. Después de una serie de escuchas pedidas por el fiscal, se reveló que las llamadas provenían de una cárcel ubicada en calle Francia al 5200, en la ex Alcaidía de la Jefatura de Rosario, en la que Álvarez estaba detenido.
A “Bicho”, los fiscales y jueces federales lo conocieron ya en prisión, purgando una condena de tres años y ocho meses por robo calificado. “Está detenido desde hace muchos años por varias causas provinciales. Nunca lo vimos libre”, confió una alta fuente judicial a TN. En 2018, descubrieron que el recluso era el cabecilla de la banda que operaba desde adentro, y quien ya había montado una superestructura jerárquica de alrededor de 50 personas.
Las pesquisas establecieron que Álvarez llevaba adelante su negocio por teléfono desde su celda y distribuía las tareas a los distintos miembros. Los cientos de minutos de audios que fueron analizados dieron cuenta de que el líder de la banda era actualizado diariamente por los “mulos”, sus empleados, sobre las novedades de su “empresa”.
Según estableció la Brigada Operativa Antinarcóticos, la banda realizaba operaciones de narcomenudeo en toda la ciudad y parte de la provincia. Incluso, otro aspecto que resultó llamativo para los investigadores es que tenían buenas relaciones con grupos que se dedican a la misma actividad. Tal es el caso de Nahuel Novellino, otro capo narco que era novio de una integrante de “Los Monos”, y que es conocido por amenazar a jueces y fiscales.
Pero el hombre de 30 años no solo se dedicaba a ser narcotraficante, sino que, entre las gestiones que realizaba, Álvarez estuvo detrás de algunos hechos violentos que ocurrieron años atrás en Venado Tuerto.
Uno de estos episodios sucedió a fines de noviembre del 2018, en la céntrica esquina de Roca y Lavalle, cuando dispararon con una ametralladora contra un Volkswagen Crossfox de una mujer que al parecer le disputaba el negocio en una zona de la ciudad. Después resultó que esa mujer era su expareja y que se había metido en el lugar donde no debía.
Otro hecho que se atribuyó a una orden del “Bicho” fue un ataque a tiros contra un hombre que resultó baleado en sus piernas en el barrio Ciudad Nueva, se presume durante una “encargo” por una venganza narco.

Amenazas con balas y hasta granadas
Políticos, funcionarios, jueces y fiscales. Todos estos actores del sistema fueron el blanco de una serie de amenazas de muerte que todavía están siendo investigadas. Se sospecha que Álvarez está detrás de este amedrentamiento que promete “balas y granadas para todos”. Esto en medio de la entendible susceptibilidad a raíz de la escalada de violencia que sacude a Santa Fe por la guerra narco.
En febrero de este año, el intendente de Venado Tuerto, Leonel Chiarella, denunció que recibió un mensaje a través de WhastApp donde le pedían que cesara los traslados de presos y que no hubiera más detenciones.
El texto con contenido mafioso le llegó al senador provincial de Santa Fe, Lisandro Enrico, pero tenía varios destinatarios. “Hola señor, ya les avisé a todos que deje de meter presa a gente inocente. Va a haber balas para todos. Ya le avisé. Va para Chiarella, para la fiscal Pepino y para el Enrico. Y también para el juez del Juzgado Federal, Cuello Murúa y el fiscal Arzubi. Están todos metidos en la bolsa, son todos corruptos. Mandale que deje de engarronar a la gente. Va a haber balas y granadas para todos. El que avisa no traiciona”, decía el terrorífico WhastApp.Hasta el momento lo único que se determinó es que el mensaje provino del interior de la cárcel de Rawson, donde Álvarez estaba detenido hasta hace algunas semanas antes de ser enviado a Marcos Paz. La sospecha de la fiscalía es que las amenazas fueron encargadas por el ya mencionado Nahuel Novellino, quien estuvo preso junto a “Bicho”. Ambos fueron trasladados al penal de máxima seguridad después de un pedido de la Justicia Federal.

El juicio por venta de drogas, amenazas y atentados
El juicio contra Matías Álvarez y cuatro integrantes de la banda narcocriminal que operaba desde la cárcel comenzó el 6 de febrero. Los encargados de impartir justicia son los jueces del Tribunal N° 2 de Rosario, Osvaldo Facciano, Omar Paulucci y Eugenio Martínez Ferrero, quienes debieron trasladarse a la ciudad de Venado Tuerto, donde se desarrollan las audiencias en la Casa del Bicentenario de la municipalidad local.
Los otros cuatro imputados fueron identificados como Luciano Martín Álvarez, Maximiliano Rodríguez González (todos ellos actualmente detenidos), Kevin Fabián Aranda y Daniel Antonio Núñez.
Los cinco acusados están señalados como parte de una maniobra en la que se les atribuye la tenencia con fines de comercialización, por lo cual pueden recibir una pena de hasta 12 años de prisión. En un allanamiento realizado en 2018, a los implicados les secuestraron 320 gramos de marihuana y 625 de cocaína fraccionados y listos para su venta al menudeo.
En los operativos se encontró dinero en efectivo de moneda extranjera, celulares, balanzas digitales y documentación, además de semillas y plantas de cannabis. Por estos hechos, Matías Álvarez fue señalado como organizador y financista de las maniobras delictivas.
Según pudo saber TN, “Bicho” llevaba la cuenta de todo. En un cuaderno sucio y gastado, tenía anotado cada peso que debía recibir, cada nombre a quien le debía reclamar, e incluso algunos números de teléfono que fueron claves para desbaratar al resto de la banda.
En ocasiones, se comunicaba en forma directa con los deudores para exigirles de manera violenta el pago o enviaba a los restantes integrantes con el fin de amedrentarlos y obtener el dinero.
También se atribuyó a Álvarez la tenencia de un arsenal de armas que tenía en su domicilio y en otros búnkeres que funcionaban en la ciudad donde residía.
Pero, además de eso, en el transcurso de las tareas de investigación surgió que Álvarez desde su lugar de detención ordenó disparar contra el domicilio de su ex el 29 de noviembre de 2018.
Y la lista de antecedentes penales contra él no cesa: en los expedientes acumulados también se atribuyó el transporte de una carga de estupefacientes que fue encontrada infraganti durante un operativo en la localidad de Cañada Gómez. En el interior del vehículo había un trozo compacto tipo ladrillo escondido dentro de una mochila, que contenía 770 gramos de cannabis.
El “Bicho” está detenido actualmente en el penal federal de Marcos Paz, donde también están alojados los miembros de la banda “Los Monos”. Fue trasladado recientemente desde la cárcel de Rawson, desde donde sigue el juicio por Zoom, a la espera de una condena por estas causas que se le imputan. Álvarez no es un improvisado y para los investigadores sabía muy bien lo que hacía. El fiscal que lo llevó a juicio espera que reciba una condena por la que pueda permanecer en prisión por muchos años más.