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Categoría: Locales

Hoy Venado Tuerto cumple 136 años. Se conocen distintas versiones que pudieron haber dado origen al nombre de VENADO TUERTO.
Una de ellas indica que antes de la llegada de Eduardo Casey, estos parajes ya se conocían con dicho nombre debido a que próximo a una laguna que existía en el distrito de lo que hoy conocemos como Cristophensen, vivía un hombre extraño, en la mayor de las soledades y alejado tanto del blanco como del indígena, lo que despertaba verdadera curiosidad; se ocultaba en los pajonales y se suponía que sus facultades mentales estaban alteradas, razón por la cual el indígena le temía. Se dice además que era tuerto y por el hecho de no tener la compañía de una mujer, recibía el mote de “venado”; de allí que cuando hacían referencia al sitio, se lo reconocía como paraje del “venado tuerto”.
La segunda versión tiene que ver con “aparecidos”, creencia tan común en nuestro ámbito rural, y cuenta que en oportunidad en que un cuatrero que llegaba a afincarse en estos parajes solitarios, cabalgaba al caer la tarde junto a un cañadón, y de pronto, de entre las matas de juncos, surgió la figura de un venado que arrojaba fuego por su único ojo, asustando al caballo que emprendió alocada carrera hasta detenerse en el poblado.
Conocido el hecho, comenzó a tenerse respeto por esta visión ya que los parroquianos, supersticiosos, creían ver en ella el espíritu del venado tuerto protegiendo el lugar.
La tercera versión es la que realmente se considera la elegida por el fundador y es la de mayor aceptación por parte de los pobladores. Se trata de una leyenda de contenido folklórico y no exenta de cierta ternura y que fue tomada por parte de historiadores y cronistas.
Dice lo siguiente: “Por los parajes del Hinojo solía pastar un venadito al que le faltaba un ojo, perdido en un ataque sufrido ante los indígenas. Desde entonces, cada vez que se aparecía en el fortín, era aviso seguro de la proximidad del malón, hecho que permitía a los soldados refugiarse y defenderse del ataque”.
En épocas de sequía, conducía a las tropas por buenos pastos y aguas, lo que le valió el reconocimiento de aquellos hombres. Cuando esta historia le fue narrada a Casey, decidió que el pueblo a fundar se llamaría Venado Tuerto.

Por Juan Carlos Rodríguez



Intento de cambio de nombre

El nombre de Venado Tuerto no era aceptado por todos los pobladores ya que lo consideraban desagradable y sin significación cierta. Esto motivó que se solicitara su cambio en más de una oportunidad.
En la sesión ordinaria del 28 de agosto de 1895 en las Cámaras de la provincia de Santa Fe, el diputado Ramón Lucero defendía la nominación ante la petición de la colonia inglesa de cambiarlo por el de “Villa Palmira”.
Por otra parte, los amigos del fundador sugerían que fuese suplantado por el de “Ciudad Casey”.
En el año 1947, según la crónica, un senador provincial del que desconocemos la identidad, generaba preocupación en la comunidad ante el propósito de cambiar el nombre de Venado Tuerto por el de “Leandro N. Alem”.
Próximo a la celebración del cincuentenario de la ciudad, se conocía una insólita encuesta que auspiciaba el diario La Capital de Rosario, opinando que a nuestro pueblo debía cambiársele el nombre. Fue entonces cuando el diario El Alba promovió lo que podríamos llamar una contraencuesta con estas preguntas: ¿Es usted partidario de cambiarle el nombre a nuestra ciudad? (Téngase en cuenta que todavía no se había alcanzado el rango de ciudad). ¿Qué nombre debería ponérsele?. El tema no prosperó y los venadenses siguieron prefiriendo el de la leyenda del venadito.

“De una aldea a una ciudad”. Mirley M. Avalis