Dentro de todas la ofertas que hay para niños en estas vacaciones de invierno, fue una saludable sorpresa encontrarse con “El fantasma del Galponcito”, una obra muy querible y entrañable. La sinopsis dice que “El Galponcito de las Ilusiones solía ser un teatro lleno de colores y arte, hasta que un empresario decide tirarlo abajo para transformarlo en un moderno casino resort. Una noche, tres niños entrarán al viejo teatro a jugar y se encontrarán con una sorpresa, un amigo muy especial les pedirá ayuda. El tiempo corre y las máquinas comienzan a trabajar. ¿Podrán parar la demolición? “.
Mientras los actores llevan adelante su tarea, impregnados de gracia y movimiento, y los niños del público participan con sus indicaciones y sus risas, uno enfila sus recuerdos para otro lado: el amigo muy especial que pedirá ayuda, no es otro que el inolvidable Rodolfo Aldasoro, talentoso director de teatro, lo que trae aparejado el descenso hasta el escenario de decenas de recuerdos, que arrancan allá por los inicios de los ’80, cuando su presencia comenzó a notarse en la ciudad, no solo por la creación del Grupo Apertura sino también por lo adelantado de su propuesta. Entonces desfilan para el periodista muchísimas imágenes, de tantas obras, de tantas charlas y reportajes, con un vanguardista que operó como revulsivo para muchos jóvenes de la época, no sólo como director de teatro sino como maestro de la vida. Y ahí se da el notable contraste, de sentirse invadido por la nostalgia en medio de carcajadas y aplausos de los niños…
Fue un maravilloso momento vivido en el Galpón, con la obra protagonizada por Victoria Acosta, Florencia Cingolani, Sebastián Coria y Roque Carrasco, la dramaturgia concebida por Florencia Cingolani y la dirección de Horacio Martínez, uno de aquellos jóvenes que Rodolfo marcó para siempre. Recomiendo con mucho énfasis, “El fantasma del Galponcito”, una historia de amistad, arte y magia. Se puede ver hasta el domingo 24, a las 15.30 horas, en el Galpón del Arte.

JCR.

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